martes, abril 19, 2011

El museo se ha mudado

Estamos ahora en un servidor peruano:

http://museofantastico.lamula.pe

sábado, octubre 04, 2008

El borde del abismo


Nuestro museo se ha cuidado muy bien de no estar al borde del abismo (de hecho, hemos querido estar siempre seguros de estar en terreno sólido) pero reconocemos el gran interés de nuestros visitantes por esta particular expresión geográfica.

El abismo más terrible de todos, por supuesto, es el infierno, como lo reconoce la Real Academia Española; pero la primera definición de abismo es la de una imponente y peligrosa profundidad que activa nuestro miedo mortal a caer y quedar para siempre atrapados. El abismo evoca siempre una irrevocable catástrofe, como ocurre con el abismo que nos separa o con el abismo de la desesperación. La ignorancia y la pobreza son abismales. El conocimiento y la riqueza nunca lo son y –por el contrario- evocan cimas, cumbres, picos.

En malos tiempos, tendemos a evocar el borde del abismo. No –entiéndase- en las peores épocas, sino en aquellas en las que pensamos que aún tenemos esperanza, si sólo tomamos la decisión correcta y –siempre geográficos- cambiamos de rumbo.

La crisis financiera mundial iniciada por la especulación inmobiliaria en los Estados Unidos convirtió de pronto a economistas y políticos de todo el mundo, y todos los idiomas, en expertos geógrafos. El borde del abismo es una metáfora que –¿hay acaso otra forma de decirlo?- no conoce fronteras.

Así, el economista estadounidense Paul Krugman titula uno de sus ensayos sobre la crisis “El borde del abismo”, y el ministro francés François Fillon explicó así la necesidad de una cumbre europea reunida para confrontar la crisis:

“Quién puede dudar que esta reunión sea necesaria
cuando el mundo está al borde del abismo
por culpa de un sistema que se ha hecho irresponsable?

El periodista colombiano Guillermo Maya ha utilizado la misma imagen para el mismo fenómeno en un artículo publicado por “El Mundo” de Medellín, pero a diferencia del tímido ministro francés, le pone nombre al “sistema irresponsable” que nos ha llevado al infame borde. Y al nombrar al capitalismo con todas sus letras, Maya hace verso sin esfuerzo titulando su artículo “El capitalismo a borde del abismo”.

La metáfora abismal es traicionera para los políticos. En efecto, el repertorio retórico de los líderes tiende a estar repleto de tropos optimistas, de pasos, saltos o caminos hacia delante y –claro- uno se arriesga a una catástrofe retórica cuando utiliza el borde del abismo inmediatamente antes de llamar al oyente a avanzar, como le ocurrió al dictador chileno Augusto Pinochet quien dijo alguna vez, famosamente:

“Ayer estábamos al borde del abismo,
hoy hemos dado un paso hacia adelante."

Lo que se impone cuando uno está al borde del abismo no es avanzar sino, por el contrario, retroceder. Pero ¿qué político que se respete propone retrocesos?

En fin, suele ocurrir que luego de llegar al borde del abismo e incluso luego de mirar el fondo de tan horrible sima, caemos de todos modos. Si así ocurre estaremos, qué duda cabe, en el fondo del abismo moral, político, económico o emocional. El periodista Salim Lamrani, del periódico en línea “Rebelión” considera que, debido a su creciente hostilidad ante el régimen cubano…

“…la Unión Europea ha llegado al fondo del abismo político,
estratégico y sobre todo moral.

Parece, afortunadamente, que el abismo de la metáfora nunca es tan definitivo como el infierno eterno que pretende evocar. Incluso en medio del atroz enfrentamiento militar entre Israel y Hizbulá en el sur del Líbano en el 2006, la entidad Crisis Group tituló su reporte sobre la guerra “Israel, Palestina, Líbano: saliendo del abismo”. Los grupos de autoayuda y escritores de este género utilizan la metáfora con profusión.

¿Cómo se sale del abismo? Despacio, con paciencia, con esfuerzo, con ayuda. Actuando, seguramente, sin la precipitación (nunca mejor dicho) que nos llevó a despeñarnos. El museo hubiera querido poner una reja de seguridad en esta parte de la exhibición, pero en ese caso, el abismo no hubiera sido tal.

miércoles, agosto 27, 2008

La flor de un día




La flor de un día adorna la sección botánica de nuestro museo, cerca a la flor de piel y la flor de la canela, bajo un erudito cartel que la identifica como la Neomarica Gracilis, de la familia de las Iridáceas.

El grupo Los Kjarkas, de Bolivia, ha consagrado una de sus composiciones instrumentales al que debe ser una de las más acabadas metáforas de la ilusión pasajera. La flor es universalmente un símbolo de belleza y fragilidad, una continuidad que ha de surgir de una reflexión sobre la fugacidad de la juventud. De hecho, el lenguaje cotidiano parece reconocer irónicamente -en la expresión “no hay rosa sin espinas”- que la belleza siempre transmite la sensación de fragilidad e indefensión. Pero donde la rosa demuestra que la belleza puede ser hiriente, la flor de un día enfatiza el sentido original de nuestra fascinación con la belleza pasajera.

No es de sorprender que la expresión se utilice para describir proyectos que suenan bien, pero no duran. Aurora Escárate escribe para el diario peruano “El Comercio” que el control policial estricto sobre el transporte de pasajeros ha sido, lamentablemente, flor de un día. Me imagino que, de haber tenido éxito, la iniciativa hubiera sido “una joya”, es decir, una belleza duradera o –mejor aún, tratándose de una reflexión sobre el tránsito- un “camino a seguir”.

O, tal vez, hubiera bastado con decir que la iniciativa exitosa no era flor de un día. En efecto, un uso optimista y celebratorio de la metáfora es el uso en negativo. Algo “no es flor de un día” cuando es duradero y auténtico. Un jugador del Racing de Argentina afirma que su equipo no es una ilusión, sino una promesa cierta, en una frase que condensa por lo menos seis metáforas en menos de cincuenta palabras:

La verdad es que está siendo un año redondo. 
Quedan ocho jornadas, estamos en el sprint final y esto no es flor de un día (…) 
Llevamos cincuenta puntos 
y no seremos nosotros los que nos pongamos límites.
Con esta victoria hemos matado dos pájaros de un tiro.


Y para que quede claro que el comentario deportivo es una de los géneros más floridos (nunca mejor dicho) de la épica, enumeremos aquí rápidamente a un crítico que se pregunta si un entrenador de fútbol será flor de un día, un equipo que promete victorias sostenidas, un tenista de victorias sólidas y al gran corredor chino, Liu Xiang , en una ambigua expresión de optimismo y duda, luego de sus victorias en los Juegos Asiáticos celebrados en Doha:

Quiero demostrarme a mí mismo que no soy sólo flor de un día (…)

Probaré a todos que además de superar a Johnson en la pista, 
le puedo ganar en longevidad, 
también yo quiero seguir corriendo después de los 30.


Dos comentarios son de rigor: primero, que se trata de un atleta chino en declaraciones recogidas por una agencia española (EFE), de modo que cabe preguntarse si la expresión original habrá sido literalmente “flor de un día” o si se trata de una aproximación del traductor traidor. Por otro lado, que EFE reporta copiar la expresión del diario chino en idioma inglés “Beijing News”, lo que hace la pregunta aún más endiablada: ¿cuál habrá sido –además de la expresión china- la expresión inglesa? ¿Será que estamos frente a ese otro gran objeto fantástico, el teléfono malogrado? El museo ofrece el oro y el moro a quien encuentre esa perla.

El segundo comentario no es literario, sino meramente una expresión de asombro ante las ironías del destino: Liu Xiang, a quien su multitudinaria nación daba por campeón olímpico fue –en efecto- símbolo de dramática fragilidad cuando, en vísperas de una victoria anunciada, debió retirarse de las Olimpiadas de Beijing por una lesión traicionera a ese símbolo de derrumbe de los grandes: el talón de Aquiles. ¿Flor de un día o ídolo con pies de barro?

Este precioso ejemplar se renueva –como es obvio- diariamente, con aportes generosos de la vanidad humana.

lunes, noviembre 13, 2006

El basurero de la historia


El basurero de la historia se expone en una sala especialmente acondicionada para absorber los malos olores que provienen de su contenido: regímenes caducos, ideas pasadas de moda y –en general- todo tipo de creaciones humanas que han caído a los costados del tren de la historia o que han sido aquí enviados desde el tribunal de la historia.

La primera vez que escuché una metáfora similar fue en la universidad, donde en una reunión de grupos de izquierda, un querido amigo, Nicanor Domínguez se quejaba de que la falta de coordinación de nuestros esfuerzos para ganar las elecciones estudiantiles estaban llevando a nuestra tendencia “progresivamente al tacho”. Siempre he recordado con fruición la figura de Nicanor, en la que una idea describe -como en cámara lenta- una limpia parábola hacia el tacho de la basura.

La idea del tacho de basura de la historia, naturalmente, se aplica a ideas y tendencias mayores, a civilizaciones, a sistemas enteros de organización social, y no a un modesto grupo de muchachos que intentan ganar la federación universitaria para su bando. Lo notable de esta metáfora es el desprecio que proyecta: las ideas descartadas no van a dar a una biblioteca de Babel, para perderse bajo el polvo de estanterías infinitas, o al pozo de los sueños de Rose, para dormitar junto a los malos poemas; no, van a parar al basurero de la historia, a un lugar maloliente con todo lo que además de ser inútil es dañino.

En un discurso de 1978, Fidel Castro, consigna al basurero de la historia siete fenómenos que atribuye a la sociedad capitalista:


Los aventureros que demencialmente preconizan y auguran un Apocalipsis
para la humanidad no pasarán. Pasarán, sí, al basurero de la historia
donde ancha puerta los espera, más tarde o más temprano, el imperialismo, el guerrerismo,
el colonialismo, el neocolonialismo, el fascismo, el racismo, el sionismo
y todas las formas de explotación, opresión y humillación del hombre
que son hijas exclusivas de la sociedad capitalista y de clases.

La "ancha puerta" que conduce al basurero de la historia hace pensar que Castro no tenía en mente un tacho de basura, sino un campo de basuras, de otro modo habría que hablar de una ancha tapa. Naturalmente, la idea de la puerta ancha que lleva al mal viene de la Biblia, fuente inagotable de recursos literarios.

Unos años después, en 1982, Ronald Reagan consignó al mismo basurero a los regímenes socialistas en el poder, en el famoso discurso en el que bautizó a la Unión Soviética como el “imperio del mal”.

Ya es hora de que nos comprometamos como nación -en los sectores publico y privado- a apoyar el desarrollo democratico. Me refiero a un plan y una esperanza de largo plazo: la marcha de la libertad y de la democracia que dejarán al marxismo-leninismo en el basurero de la historia, donde ha dejado a otras tiranias que aherrojaron la libertad y amordazaron la libre expresión de los pueblos.

Vale la pena notar que en inglés se puede hablar del “basurero de la historia” (dustbin of history) como del “montón de cenizas de la historia” (ash heap of history), que es la expresión usada por Reagan.

En un reciente artículo publicado por el Centro Asiático de Derechos Humanos, una ONG basada en la India, se refiere así al gobierno del presidente Maumoon Abdul Gayoom, de las islas Maldivas, que se muestra reticente a la implementación de reformas democráticas en su país, luego de casi veinte años de gobierno:

Pareciera que el presidente Gayoom prefiere pasar a la historia como otro dictador
del sur del Asia, que tuvo que rendirse ante el pueblo antes que cambiar de opinión y establecer la democracia. Los que no pueden leer la escritura en la pared tienen un lugar reservado en el basurero de la historia. El tiempo se le acaba al presidente Gayoom.

Aparte de la pasión de los defensores de derechos humanos de esta región por las libertades democráticas, hay que notar su afición por las figuras literarias. El cambio de opinión en el texto original en inglés se dice “change of heart” es decir, literalmente, cambio de corazón, y puede aplicarse a una idea o a un amor. “La escritura en la pared” es, quién puede ignorarlo, una referencia bíblica al profeta Daniel quien –durante la esclavitud en Babilonia- interpretó para el rey Baltasar las misteriosas palabras que una mano mágica había trazado en un muro del palacio, anunciando la inminente desgracia de Babilonia. Del basurero de la historia, que espera a Gayoom si no despliega las habilidades de Daniel, ya nos hemos ocupado y –por último- la idea del tiempo que corre o se acaba es una de esas metáforas universales reconocibles más allá de fronteras lingüísticas o culturales.

Ahora bien: vale la pena preguntarse si las viejas ideas pueden volver del basurero de la historia del mismo modo que las ciudades modernas reciclan los residuos, separando lo verdaderamente inútil o dañino de lo que puede volver a utilizarse. Los recicladores de basura, que hace un par de décadas eran el símbolo vivo de los horrores de la megaciudad son hoy solamente el escalón más bajo de una industria altamente rentable. Más aún, en ciudades ricas del norte como Nueva York, Londres hay todo un movimiento de quienes se hacen llamar “Buzos del basurero” (dumpster divers), que se dedican a rescatar artefactos útiles y hasta comida, de los basureros de los barrios ricos, con el objetivo de erosionar las bases de la sociedad de consumo.

Así las cosas ¿por qué no podrían reciclarse las ideas? Incluso las que podríamos juzgar definitivamente apestadas, como el fascismo, encuentran nueva circulación en sociedades donde ciertos grupos hallan pocas respuestas a su alienación. Si eso es aplicable a tan monstruosa distopia, es perfectamente posible para las utopías sociales que –desde Moro- han proclamado un orden social más racional y el rechazo de los bienes materiales.

Basado en estas consideraciones, el museo ha preferido que la distancia entre el basurero de la historia, el tren de la historia y el tribunal de la historia se mantenga corta.

jueves, noviembre 09, 2006

El tren de la historia



En un cuento de Borges el protagonista se dice a sí mismo: "Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y en el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí…"

El tren de la historia, que se exhibe en este museo, dedicó sus recorridos a combatir tan peregrina idea: a lo mejor a uno no le iban a pasar las cosas que realmente pasaban. Las investigaciones más recientes sugieren que este tren sirvió, más que nada, para pasar de largo, pues los presuntos pasajeros no han dejado testimonios del viaje. Nadie ha documentado cómo se veía el paisaje desde sus vagones ni si sus ocupantes les hacían adiós a quienes los veían pasar. Los documentos que se conservan, en general, instan más bien a no perderlo o se lamentan de que ya haya pasado. El lugar de enunciación no es nunca el tren, sino algún punto lo suficientemente cercano a las vías como para que el paso del tren sea evidente y lo bastante lejano como para que resulte azaroso llegar a él.

Este tren fue concebido a partir del desarrollo del concepto de historia universal, historia que se ocupaba solo de Europa Occidental -con las consabidas excepciones de las civilizaciones de la Antigüedad y, más tarde, Estados Unidos-. Nada menos universal, efectivamente, por lo que era obvio que algún mérito había que hacer para que desde las regiones periféricas se ganase acceso a la foto en la estación central, al menos con una imagen en la que uno se reconociera siquiera un poco (la fotografía traía nuevas esperanzas a Latinoamérica, ya que con el grabado no nos había ido muy bien).

El siglo XIX brindó entonces la imagen perfecta para explicar la ausencia de la mayor parte de los países del globo en la historia universal: los trenes, que eran mucho más adecuados para este fin que los carruajes. Como tenían horarios muy rígidos –podramos decir férreos--, a consecuencia de formar parte de un sistema interconectado, nada era más fácil que perder el tren, no digamos ya el de la historia, sino el Liverpool-Manchester. Además de la carreta no es el medio más adecuado para transmitir la idea de progreso, en particular cuando va delante de los bueyes.

Cien años más tarde el automóvil se encargó de que el tren dejara de ser el transporte del futuro, pero igual todos seguimos perdiendo el tren de la historia, y no, digamos, el bus de la misma. El automóvil era muy escurridizo para las tareas que el tren de la historia venía realizando: siempre podía estacionarse o doblar en la esquina menos pensada. En cambio, el tren iba a un sitio determinado y por una sola vía. Ninguna curva inesperada podía haber en su ruta, pues los rieles marcaban, literalmente, su destino.

Aunque en su uso corriente, la expresión "tren de la historia" goza de buena salud y -por lo tanto- en el uso común todos nos exigimos unos a otros alcanzar de una vez el dichoso tren, según algunos la máquina ya llegó a su estación final. Si esto es cierto, ya no hay por qué apurarse, pues tenemos tantas probabilidades de abordarlo como Vladimir y Estragon de encontrarse con Godot. El nombre de la vieja estación limeña de Desamparados puede ser una rara intuición histórica o post-histórica.

Para los que no lo alcanzamos y ya nunca lo tomaremos queda este consuelo: desde el tren se miraría el paisaje, pero solo desde la vera del camino se podía admirar la máquina y a sus ocupantes, más pintorescos de lo que ellos jamás imaginaron.

Posdata: Inglaterra fue el primer país en tener una ruta de tren exitosa –entre Liverpool y Manchester, inaugurada en 1830--, pero al parecer "the train of the history" no es una expresión muy favorecida en lengua inglesa. Dos metáforas que invitan a ver el deseo de entrar o salir de la historia como una fuente de angustia y ambas son británicas: "History, Stephen said, is a nightmare from which I am trying to awake", de Joyce, y "I have the 21st century breathing down my neck. I must move fast…", de The Smiths. Del primer caso, cabe resaltar el carácter ilusorio de la historia, así como la voluntad de saltar del tren, en vez de trepar a él. Del segundo, que quien habla se sitúa corriendo delante de un siglo XXI –la canción es de 1986-- que parece a punto de arrollarlo.

El curador de esta exhibición es Miguel Rivera.

sábado, octubre 28, 2006

La célula básica de la sociedad


La célula básica de la sociedad, una de las más recientes adquisiciones del museo, se exhibe en el pabellón de biología bajo estrictas condiciones de seguridad debido a que –de acuerdo a diversas fuentes- está bajo grave amenaza.

La metáfora que identifica a la familia nuclear como célula básica de la sociedad viene atada a otras igualmente organicistas. Si la sociedad es un organismo vivo –como puede serlo una ameba o un tigre- entonces es posible imaginarla como Leviatán, el gigante estatal compuesto por la fuerza e inteligencia de millones de individuos. En consecuencia, las minorías o los comportamientos innovadores pueden ser vistos como enfermedades peligrosas, tumores cancerígenos -como el cáncer del comunismo o el flagelo de la homosexualidad- que deben ser extirpados.

Tales metáforas, y la forma en que organizan el mundo, terminan naturalizando –nunca mejor dicho- la noción que consagra a los poderosos o influyentes como médicos que saben cómo conjurar males, amputar miembros, o recetar medicinas para curar al enfermo. Tal modelo delata a las claras una perspectiva autoritaria de la sociedad.

La Iglesia Católica ha sido la más pública defensora de la noción de la familia nuclear, monógama y heterosexual como célula básica de la sociedad. De acuerdo a un decreto del Concilio Vaticano II sobre el apostolado de los laicos:

La familia misma ha recibido de Dios esta misión,
la de ser la célula primera y vital de la sociedad.


Esta idea fue citada por el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Familiaris Consortio”, en donde la familia no sólo recibe de Dios una misión, sino que es establecida por Dios:

El Creador del mundo estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana; la familia es por ello la “célula primera y vital de la sociedad”.

Como la familia –en esta concepción biologista- es un objeto natural, directa creación divina, la Iglesia Católica tiende a rechazar cualquier insinuación de que la familia nuclear, heterosexual y monógama sea un producto histórico y parte de un amplio espectro de variedades sociales. Del mismo modo, como componente esencial de la sociedad, la familia se entiende como un ente en el que la voluntad y la felicidad de los individuos que la componen debe subordinarse al fin mayor del bienestar social. Esto conlleva a ver a la “célula básica” como amenazada por una serie de peligros modernos, como la emancipación de las mujeres que se apartan de los roles domésticos tradicionales, el divorcio, la unión libre, el control de la natalidad o las parejas homosexuales.

El Cardenal Francisco Javier Errázuriz de Chile, escribió una Carta Pastoral contra la ley chilena para permitir el divorcio, que puso fin en 2004 a 120 años de indisolubilidad matrimonial:

No hay que equivocarse, lo que está en juego con la nueva legislación es nada menos que la misma naturaleza del matrimonio: lo que entendemos por matrimonio y por el bien de los esposos, de los hijos y de las familias, con todas las demoledoras consecuencias que puede entrañar una comprensión equivocada de lo que es la célula básica de la sociedad.

El Papa Juan Pablo II advirtió contra el riesgo que supone para la familia la emancipación de la mujer, en preparación de la Conferencia de la ONU en Beijing que –en 1995- aprobó una ambiciosa plataforma a favor de los derechos de las mujeres:

… no debemos olvidar que, en el nivel personal, cada uno experimenta su dignidad no como el resultado de la afirmación de sus derechos en el plano jurídico e internacional, sino como la consecuencia natural de una específica atención material, emotiva y espiritual recibida en el corazón de su propia familia. Ninguna respuesta a las cuestiones que atañen a la mujer puede olvidar su papel en la familia (…)
Para respetar este orden natural, es necesario oponerse a la falsa concepción según la cual el papel de la maternidad es opresivo para la mujer, y que un compromiso con su familia, particularmente con sus hijos, le impide alcanzar la plenitud personal (…)
Por el contrario habría que reconocer, aplaudir y apoyar con todos los medios posibles la presencia de la madre en la familia, tan importante para la estabilidad y el crecimiento de esta unidad básica de la sociedad.


Casi una década luego de Beijing, un masivo evento de familias católicas celebrado en México en el 2004, aprobó un documento central que proclama en letras de molde:

PRIMERO.- LA FAMILIA es una institución de derecho natural, origen a la sociedad, y constituye la célula básica y fundamental de ésta.


En su proclamación de la familia –nuclear, monógama y heterosexual- como “célula basica” de la sociedad, la Iglesia Católica se da de la mano con las constituciones de Ecuador y Cuba que proclaman a la familia la “célula fundamental de la sociedad". Otras constituciones latinoamericanas, se refieren a la familia con metáforas atómicas como “núcleo fundamental” de la sociedad.

Un olvidado feminista alemán del siglo XIX llamado Federico Del Angel se refiere también a la familia monógama como “forma celular de la sociedad civilizada” y la opone a la poliandria, la poliginia y otras formas familiares que constituyen la base de sociedades que la antropología de su tiempo consideraba salvajes. Pero para Del Angel, la célula básica de la moderna sociedad capitalista era también un microcosmos de las contradicciones y opresiones propias del sistema social imperante.
… el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases,
con la del sexo femenino por el masculino. La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos verifícanse a expensas del dolor y de la represión de otros.
La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual podemos estudiar ya la naturaleza de las contradicciones y de los antagonismos que alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad.

En efecto, para Del Angel, la familia nuclear monógama –modelo que en sus tiempos no era necesariamente aplicable a los Balcanes, Rusia o el Mediterráneo, donde prevalecía la familia patriarcal extendida- era funcional a la acumulación del capital por vía de la herencia masculina (piénsese en las historias de Jane Austen, cuya moralidad sorprende al lector moderno). Este tipo de familia necesariamente reposaba en la esclavitud doméstica de la mujer y sus supuestos monogámicos no eran más que la contraparte necesaria de la prostitución y el adulterio. Sólo con la socialización de la producción y la supresión del capital que debe ser acumulado en manos privadas, se llegará a un matrimonio –y a una familia- causada por nada más que la inclinación recíproca de los cónyuges.

Una serie de movimientos sociales inspirados por las ideas de Del Angel han tratado de sustituir a la familia con instituciones comunales al estilo de la antigua Esparta. Todos esos esfuerzos han fracasado eventualmente porque –a mi juicio- no entendieron bien que el objetivo de Del Angel no era sustituir la felicidad doméstica por la virtud social (de hecho ese es -más bien- el objetivo de la Iglesia Católica), sino el liberar las posibilidades de felicidad doméstica de formas sociales opresivas y forzadas.

Un ejemplo tropical de ese autoritarismo que mal lee al viejo Del Angel ha sido entregado al museo por el Sr. Héctor Navarro, intelectual cercano al ex militar que timonea en Venezuela la nave del Estado (objeto que atesoramos una de las salas de este museo). El Sr. Navarro dice en una reciente entrevista:

El referéndum nos dio una estructura organizacional, las Unidades de Batalla Electoral (UBE) y las "patrullas", distribuidas geográficamente. Esta es la célula básica de la sociedad, las patrullas, las UBE. Gracias al referéndum, estas estructuras ya están allí. Y están fundamentalmente vinculadas a todas las otras células básicas de la comunidad, como Barrio Adentro. En cada barriada popular hay un médico. Al igual que antes, cuando cada comunidad tenía su cura y su iglesia, ahora tienen doctores.


Algunos críticos han señalado la emergencia del tropo de la familia conflictiva en la literatura peruana como una forma de crítica contra el mito de la familia nuclear. Iván Thays, reseñando “Pudor” de Santiago Roncagliolo y Enrique Congrains, reseñando “La Hora Azul” de Alonso Cueto ven en las familias destruidas de aquellas novelas los micro escenarios de una sociedad peruana moderna que apenas puede disimular la guerra civil difusa y asordinada que se vive en sus hogares.

Es la humilde opinión de este curador que no es que la familia como tal esté en crisis y en riesgo de desaparición. Es el modelo único de familia adoptado por la Iglesia y el Estado el que está en crisis. La gente, por lo que se puede ver en la calle, se sigue queriendo y encontrando formas de reproducir la vida sin cartabones. Las constituciones de diversos países empiezan a reconocer –para horror de la Iglesia- la igualdad de derechos de todos, independientemente de su opción sexual, para formar una familia; del mismo modo que hace ya mucho tiempo reconocieron el derecho de formar familias independientemente de la raza o religión de los contrayentes.

Los arqueamientos de cejas que se ven hoy cuando nuevos amantes intentan crear núcleos familiares distintos a los reconocidos por la Iglesia y el Estado habrán de pasar. Al fin y al cabo, a la larga, padres y madres hacemos nuestro propio pueblo. Como decía el Sr. Del Angel en su olvidada obra “La familia, la propiedad privada y el Estado”

¿Qué sobrevendrá?
Eso se verá cuando haya crecido una nueva generación: una generación de hombres que nunca se hayan encontrado en el caso de comprar a costa de dinero, ni con ayuda de ninguna otra fuerza social, el abandono de una mujer; y una generación de mujeres que nunca se hayan visto en el caso de entregarse a un hombre en virtud de otras consideraciones que las de un amor real, ni de rehusar entregarse a su amante por miedo a las consideraciones económicas que ello pueda traerles. Y cuando esas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían hacer.
Se dictarán a sí mismas su propia conducta, y, en consonancia,
crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno.
¡Y todo quedará hecho!

Este museo está –por lo tanto- abierto a la exhibición de los más diversos tipos de célula básica de la sociedad. Los jóvenes están cordialmente invitados a traer nuevos objetos a la exhibición.

jueves, octubre 26, 2006

La ventana de oportunidad


La ventana de oportunidad es una de las más recientes adquisiciones de nuestro museo. Se exhibe cerca de la ventana indiscreta.

La palabra “ventana” sustituyó en castellano al latin “fenestra”, lo que no ha ocurrido en catalán, francés, gallego, italiano o valenciano. De hecho, incluso en lenguas no latinas, “fenestra” ha tenido buena suerte, puesto que en alemán, “ventana” se dice “fenster”. En el esperanto, lengua artificial, se ha escogido “fenestro” para referirse a la ventana. En castellano, quedan rastros de la antigua palabra latina cuando hablamos de "defenestrar" a alguien, es decir, figuradamente, de echarlo por la ventana.

El castellano y el inglés escaparon al influjo de "fenestra" y llegaron por caminos separados al mismo feliz resultado de una palabra rica en connotaciones: ventana alude al viento del mismo modo que “window” alude a “wind”. Esa conexión entre los dos idiomas es importante porque se ha reforzado con la aceptación castellana del anglicismo “ventana de oportunidad”, que se deriva del uso de “window” como espacio temporal, que existe en el inglés.

Pocos elementos de la vida diaria son menos prosaicos que una ventana. La habitación más pobre se enriquece con una y el espacio más lujoso se vuelve cárcel si no tiene ventanas. La ventana es un símbolo de transparencia y acceso del mismo modo que un muro simboliza seguridad o encierro. Será por eso que la idea de abrir o cerrar una ventana evoca mucho más que un mero acto físico y ha ascendido en el inglés a la noción del paso del tiempo que abre o cierra el acceso a ciertos objetivos.

Dado que en el inglés se puede usar la palabra ventana como lapso de tiempo, se sigue que pueda hablarse de una “ventana” para lograr algo. En castellano, simplemente se ha traducido “window of opportunity” como "ventana de oportunidad" y se ha empezado a usar con entusiasmo. Sospecho que el uso empezó en el ambiente de los negocios, más cercano al inglés, pero se ha extendido muy rápidamente a otros campos.

En una publicación chilena de negocios, encuentro el siguiente pasaje, del Sr. Michael Grasty:

También está claro que, en este momento, Chile tiene que aprovechar esta ventana de oportunidad -en la que somos uno de los pocos países que ha logrado un estatus comercial especial con Estados Unidos- y pavimentar el camino hacia el desarrollo de largo plazo futuro de Chile.

El párrafo es particularmente proclive a la metáfora puesto que al Sr. Grasty no le basta con la "ventana de oportunidad" para darle fuerza a su idea, sino que decide además pavimentar –suponemos que con buenas intenciones- el camino chileno hacia el desarrollo de largo plazo. Un aspecto interesante del texto es que el autor ha cosificado completamente la metafora: no dice “...ventana de oportunidad durante la cual”, que dejaría claro que está hablando de un período de tiempo, sino “en la cual”, con lo que parece delatar su convicción de estar tratando con un objeto físico.

El analista colombiano Javier Moncayo escribe sobre la esperanza de una paz negociada que ponga fin al prolongado conflicto sufrido por su país, en los siguientes términos:

Se ha vuelto a hablar de acuerdo humanitario, de posibilidades de negociación, e incluso ha vuelto a ponerse sobre la mesa la posibilidad de entender la guerra como un conflicto armado, abriendo la posibilidad de discutir sus causas y proponer soluciones. Pareciera que las iniciativas de paz vuelven a tener una ventana de oportunidad en Colombia.


Yo hubiera preferido “Pareciera que se vuelve a abrir una ventana de oportunidad”, a mi juicio más fiel al sentido de la metáfora que “tener” una ventana. Pero qué más da: la paz en Colombia merece una oportunidad bajo cualquier forma de enunciación.

La oportunidad -también llamada Fortuna u Ocasión- se representaba en el lenguaje alegórico medieval con la imagen de una mujer con abundante cabellera por delante, pero absolutamente calva por detrás, para ilustrar la necesidad de aprehenderla pronto, sin vacilación, del mismo modo que en batalla se tomaba de los cabellos al enemigo. Confieso que prefiero asociar la oportunidad a una ventana que a una mujer calva.
Volviendo a nuestro objeto, en inglés, la idea de "window of opportunity" refuerza felizmente el contenido metafórico original de la palabra "window". Esta, en su origen nórdico, era “vindauga”, es decir “el ojo del viento”. Supongo que un hablante de alemán que escuchase “vindauga” pensaría muy naturalmente en “Wind Augen” que -sorpresa- no es otra cosa que "el ojo del viento".

Las antiguas metáforas nórdicas de este tipo se conocen como kenningar y fueron una permanente fuente de atracción para Borges, quien reseña algunas como “el prado de la gaviota” (el mar) o “la danza de los escudos” (la batalla) o “el sol de las casas" (el fuego). Una kenning puede acumularse sobre otra, por ejemplo: “el río de la danza de los escudos” sería la sangre. “Ventana de oportunidad”, entonces, es “el ojo del viento de la oportunidad”: una metáfora nueva construída sobre los cimientos de una metáfora vieja y olvidada, una curiosamente moderna kenning que debemos al oportunismo del lenguaje.

De modo que ya sabe: aproveche sus oportunidades, no las tire por la ventana; no están los tiempos para defenestrar a la fortuna.